Razones para seguir durmiendo
“Son varias las razones por las cuales queremos seguir durmiendo, a pesar de que una alarma ya lleva varios minutos avisándonos de que es hora de despertar y salir de la cama para comenzar el día”, explicó la especialista Marina Fernández.
Existe la llamada ‘inercia del sueño’, algunas personas tienen una predisposición mayor a que el proceso de paso del sueño a la vigilia sea lento. En algunas personas esta inercia es mucho más exagerada, aquellas que no consiguen despertar con estímulos enérgicos y repetidos, sonoros o motrices, padecerán un trastorno del sueño como la somnolencia excesiva.
En el cerebro, la actividad de los lóbulos frontales, regulan la voluntad y, en parte, el juicio y el razonamiento. Durante el sueño están inactivos, pero cuando nos despertamos pueden demorar en activarse por unos instantes, en ese momento se carece de voluntad y razonamiento correctos , esto puede llevar a tomar la decisión equivocada de seguir durmiendo en ese momento.
El sistema biológico de ‘regulación homeostática ‘, tiene como misión mantener el equilibrio en el organismo, se encarga de adaptar nuestro organismo a los cambios del entorno para ayudar a su supervivencia, a nivel físico y también mental. En el caso de la regulación homeostática del sueño, este sistema se encarga de que la persona duerma lo que necesita, funciona de manera similar a otras necesidades del organismo como el apetito o la sed.
Cuando todo funciona correctamente, el cuerpo se despierta luego de haber descansado lo suficiente, iniciando naturalmente el estado de vigilia; si no ha dormido lo necesario el sistema homeostático presiona para mantener el estado de sueño, y por eso nos cuesta levantarnos.
Un estudio científico reveló que las temperaturas extremas, tanto cálidas como frías, modifican nuestro comportamiento porque afectan a las neuronas. Investigadores de la Universidad Northwestern, EE.UU., especialistas en neurobiología, han descubierto que el frío (y el exceso de calor también), pueden afectar a las neuronas que se encargan de regular el ritmo circadiano, o sea el ciclo del sueño.
El profesor Marco Gallio y su grupo de investigación, han estudiado el comportamiento del insecto drosophila, conocido como ‘la mosca de la fruta’, y así comprendieron cómo y por qué la temperatura es tan crítica para regular el sueño. Eligieron a este insecto, porque «La lógica y la organización del cerebro de la mosca, pueden ser los mismos para los humanos: tienen que resolver los mismos problemas, por lo que a menudo lo hacen de la misma manera», afirman.
El estudio publicado en 2020, describe por primera vez a los receptores del «frío absoluto» que residen en la antena de esas moscas, que responden a la temperatura sólo por debajo de la «zona de confort» del insecto, aproximadamente 25 °C. Los investigadores siguieron este receptor hasta sus objetivos dentro del cerebro y encontraron que los principales destinatarios de esta información son un pequeño grupo de neuronas cerebrales que controla los ritmos de actividad y sueño. Cuando el circuito de frío que descubrieron estaba activo, las células objetivo, que normalmente se activan con la luz de la mañana ¡se apagan!
Mientras que la detección de la temperatura ambiental es crítica para las pequeñas moscas de la fruta de «sangre fría», los humanos son criaturas de comodidad y están continuamente buscando temperaturas ideales. Parte de la razón por la que los humanos buscan temperaturas óptimas es porque las temperaturas del núcleo y del cerebro están íntimamente ligadas a la inducción y mantenimiento del sueño.
Los cambios de la luz del día y la temperatura están ligados a los cambios en el sueño
El científico Gallio declara que “los cambios estacionales de la luz del día y la temperatura también están ligados a los cambios en el sueño; y la detección de la temperatura es una de las modalidades sensoriales más fundamentales». «Los principios que estamos encontrando en el cerebro de la mosca, la lógica y la organización, pueden ser los mismos para los humanos. Ya sea mosca o humano, los sistemas sensoriales tienen que resolver los mismos problemas, por lo que a menudo lo hacen de la misma manera».
Procurarse condiciones confortables para el buen descanso, de temperatura y humedad.
“Las ramificaciones de la percepción del sueño son numerosas: fatiga, reducción de la concentración, aprendizaje deficiente y percepción de una serie de parámetros de salud; sin embargo, todavía no comprendemos completamente cómo se produce y regula el sueño dentro del cerebro, y cómo los cambios en las condiciones externas pueden afectar el impulso y la calidad del sueño” expresó Michael H. Alpert, becario postdoctoral en el laboratorio de Gallio Alpert, en sus declaraciones a la prensa, post publicación del trabajo de investigación.
Engañá a tus neuronas para que puedas dormir mejor
Según los especialistas en salud la clave para tener un sueño «sano» es mantener, en la medida de lo posible, horarios de sueño y vigilia regulares. Evitar consumir alcohol, café, y otras bebidas estimulantes por la noche, estas complotan contra del buen descanso. No automedicarse con sedantes y/o estimulantes. Y la clave y tema de esta nota, consiste en procurarse condiciones confortables para el buen descanso, desde la temperatura y humedad adecuadas dentro de la habitación, como así también un colchón y almohada que se ajusten a tus necesidades.
Las mañanas de invierno son muy oscuras y esto nos juega en contra a la hora de querer levantarnos de la cama. Como está científicamente probado, por un estudio de la Universidad Sungkyunkwan, en Seúl, es necesario que la habitación esté lo suficientemente oscura para llegar a tener un descanso profundo, ocurre a la inversa para lograr despertar. Encender la luz artificial (luz fluorescente), a la hora que deseas levantar en las frías y oscuras mañanas de invierno, cuando aún no amaneció, resulta una ayuda para engañar a las neuronas y no llegar tarde al trabajo, por ejemplo.
Melatonina: hormona clave en el proceso de descanso
Otro estudio de la Facultad de Medicina de Harvard, EE.UU., aborda los efectos de la luz eléctrica en nuestro organismo, y concluyen que la iluminación artificial disminuye los niveles de la ‘melatonina’, una hormona producida por la glándula pineal durante la noche, cuya función es clave en el proceso del descanso, regulando la presión sanguínea así como los niveles de glucosa y de temperatura de nuestro cuerpo.