A instancias de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), se decidió esta modificación, en favor de lo acontecido el 22 de junio de 1986 en el estadio Azteca, del Distrito Federal de México, cuando el equipo de Carlos Bilardo enfrentó a Inglaterra, por los cuartos de final de un Mundial que la Argentina terminaría ganando.
Ese día, Maradona convirtió los 2 goles de la Selección, para totalizar 5 en ese Mundial (otros 2 a Bélgica, más 1 a Italia). El que nos ocupa, según una encuesta que realizó la FIFA en 2002, fue elegido el mejor de todos los Mundiales, por más de 340 mil personas de 150 países.
En ese segundo tiempo, Maradona convirtió El Gol del Siglo apenas 4 minutos después de haber anotado el más polémico de la historia, el recordado como «La Mano de D10s», cuando Diego se adelantó a la salida del arquero Peter Shilton, tocando el balón con su puño izquierdo.
Después de haber recibido el pase de Héctor Enrique, «Pelusa» eludió a la mitad menos uno del equipo rival: Glenn Hoddle, Peter Reid, Terry Butcher en dos oportunidades, Terry Fenwick y al propio Peter Shilton. Todo el tiempo lo acompañó en el recorrido Jorge Valdano, como posible receptor del pase, algo que Maradona dijo haber advertido en medio de las piernas rivales que buscaban interceptarlo.
El gol parecería un incunable, pero en rigor tuvo una primera versión. En 1980, seis años antes del Mundial de México, Maradona hizo una jugada muy similar en un partido amistoso contra Inglaterra en Wembley, pero esa vez intentó definir al segundo palo. En un reportaje aseguró que, en esta segunda oportunidad, se acordó del consejo de su hermano Hugo, de intentar eludir al arquero, algo que finalmente hizo.
Maradona tardó poco más de 10 segundos en ejecutar su obra de arte, en los que recorrió 52 metros, arrancando desde atrás de la mitad de cancha, bajo una temperatura que superaba los 30 grados, ante la mirada de 114.580 espectadores, y en Argentina eran las 16:09.
Semejante jugada fue embellecida aún más por el relato del periodista Víctor Hugo Morales, quien patentó para siempre el «barrilete cósmico» con que definió al futbolista, que en ese preciso momento remontaba hacia el mito para no regresar.