El Presidente y la titular del Senado volvieron a intercambiar mensajes este viernes por la mañana. El rol de Máximo Kirchner. La reacción de Daniel Scioli
El intercambio telefónico entre ellos y a través de emisarios empezó, según las fuentes, en la mañana de este viernes. Y tuvo su momento cúlmine en la tarde. Hasta entonces, Cristina Kirchner y Alberto Fernández habían evitado comunicarse, cada uno con su propia regla: la Vicepresidenta con el argumento de que no sería ella la encargada de forzar la unidad -al menos no directamente-, y el Presidente con la excusa de la competencia interna hasta tanto no se alcanzara una fórmula de unidad que sintetizara a la mayoría del peronismo.
La noche previa, Cristina Kirchner y su hijo Máximo, Sergio Massa -el flamante precandidato presidencial- y Eduardo “Wado” de Pedro, hasta ese momento lanzado casi en soledad a la Presidencia, habían cenado hasta las 2 de la mañana. Dicen en el massismo que fue en esa comida intrigante que se empezó a gestar la síntesis. Las fuentes consultadas confiaron en que incluso se trazó un horario estimado: las cuatro de la tarde del viernes. Si a esa hora no se vislumbraba en el horizonte la posibilidad de una fórmula única entonces sí, oficialmente, el ministro del Interior y el gobernador Juan Manzur, resistido in crescendo por cada vez más sectores del peronismo -en especial, en la provincia de Buenos Aires-, quedarían consagrados como el binomio principal de Unión por la Patria en una PASO con Daniel Scioli del otro lado del río.
El tuit de la flamante coalición se colgó en las redes a las 20.49 del viernes, poco más de cuatro horas después del horario estipulado y la reacción interna, a diferencia de la pobrísima cosecha peronista de la tarde anterior cuando De Pedro lanzó su aspiración presidencial, fue apabullante: “Nuestro candidato a presidente será @SergioMassa y lo acompañará como candidato a vicepresidente @RossiAgustinOk”.
Dicen que Daniel Scioli no pidió nada a cambio. El llamado final corrió por cuenta de Alberto Fernández. Y que el nombre de Agustín Rossi empezó a trascender a partir de que, días atrás, se confirmó en Santa Fe una sola lista legislativa entre su sector y el de La Cámpora.
“Ya fue candidato, gobernador dos veces, embajador: era una oportunidad para que el peronismo se rompa, Daniel no se iba a poner enfrente de eso”, explicó a este medio un funcionario que participó de las negociaciones que hasta 24 horas antes sostenía la candidatura del ex motonauta. Que a Rossi casi que no hizo falta convencerlo de completar el flamante binomio oficial. Y que gobernadores y, en especial, un número muy importante de los intendentes del Gran Buenos Aires habían reclamado puertas adentro por el sabor a poco de una fórmula, la de De Pedro y Manzur -muy resistido puertas adentro-, que dejó al peronismo en estado de asamblea y deliberación permanente.
“En los últimos 100 metros de la maratón, Sergio te saca dos cuerpos, siempre”, había anticipado el jueves un fanático massista en medio del tembladeral previo al video del ministro del Interior que tuvo escasas réplicas: ni Massa ni Cristina Kirchner se hicieron eco, tampoco las redes de Unión por la Patria. Al ministro de Economía, que el viernes hizo gala de sus dotes, se le reconoce puertas adentro una audacia a prueba de balas. Durante 48 horas negoció, presionó y apeló a todo tipo de artilugios, políticos y mediáticos. Un eximio operador peronista, que este viernes por la noche seguía al frente de las negociaciones, había acuñado en estas semanas una frase premonitoria, como aquella fábula del burro: “Sergio va a llegar por insistidor, no por lindo”.
Las últimas 24 horas habían sido frenéticas. El video con la presentación formal de la dupla De Pedro-Manzur, breve y simplista, grabado en el complejo C de Chacarita en la tarde del jueves, estaba listo para ser oficializado en la cuenta de Tik Tok del ministro del Interior. El anuncio nunca llegó. En la tarde del viernes, Massa y Cristina Kirchner se reunieron en el Senado, una cumbre que incluyó a parte de la cúpula de La Cámpora: el ministro de Economía estaba decidido a capitalizar el máximo sus acciones.
En paralelo, el albertismo hizo lo suyo. En el medio, se sucedieron decenas de llamadas de gobernadores, a la Casa Rosada y el Senado: la supuesta fórmula de la mayoría oficialista contenía a poquísimos sectores. En Olivos, en la noche del jueves, en simultáneo a la cena K, el Presidente también convocó a la quinta a parte de sus colaboradores y amigos incondicionales que un rato antes habían participado del prelanzamiento de Scioli y Victoria Tolosa Paz en el teatro ND Ateneo del publicista Enrique “Pepe” Albistur, uno de los principales impulsores de ese binomio ya frustrado.
Ese sector tuvo en Juan Manuel Olmos, el silencioso e hiperactivísimo vicejefe de Gabinete, con terminales en todos los sectores de la coalición, a uno de sus principales operadores. Olmos fue clave, uno de los principales interlocutores, uno de los viajeros a China, en la travesía junto al jefe de La Cámpora y Massa, un trío que funcionó estas últimas semanas a la perfección: este viernes, el funcionario recorrió el Senado y Olivos. A la mañana, llamó a Tolosa Paz y le transmitió que había chances de una fórmula de unidad. El dirigente porteño había sido, el último mes, uno de los principales abanderados de la unidad, detrás de la figura de Massa. El canciller Santiago Cafiero también colaboró activamente: fue un nexo permanente con Scioli, en la previa y durante todo el viernes.
¿Qué había pasado en las 24 horas previas para que a Cristina Kirchner y a su núcleo íntimo, habitualmente acostumbrados a la infalibilidad comunicacional, se les desinflara durante todo el jueves y buena parte del viernes el lanzamiento del ministro del Interior y el gobernador tucumano? ¿Cuánto de las últimas 48 horas fue una estrategia premeditada o se trató sencillamente de una negociación a cielo abierto que desembocó en la unidad?
El jueves, los gobernadores Raúl Jalil y Gerardo Zamora habían hecho un último intento: visitaron para el almuerzo a Fernández en la Casa Rosada, para pedirle, otra vez, lista de unidad. Ricardo Quintela, que no participó de la comida, revelaría este viernes, en Radio 10, una supuesta contraoferta presidencial que en la tarde del jueves llegó a los oídos de Cristina Kirchner y que en las últimas horas cobró otra relevancia: “Ustedes propongan a Massa y yo elijo al vice”, dijo Quintela que el Presidente les propuso a sus colegas de Catamarca y Santiago del Estero.
En el albertismo aseguran que el ofrecimiento no fue exactamente de ese calibre y que Fernández les confió a los dos comensales que la postulación ya lo había excedido, pero bastó para que la ex Presidenta se impacientara desde el Senado. De haber sido cierto: ¿Por qué la vicepresidenta ofrecería una salida con Massa como candidato de síntesis y un acompañante del riñón presidencial? ¿Cuál sería, en ese contexto, la ganancia para Cristina Kirchner? En ese contexto, ¿qué ganancia obtendría el ministro de Economía, en plena negociación con el Fondo Monetario, en un contexto de crisis, de cara a una PASO entre De Pedro y Scioli? Faltaba un capítulo más.
La ex Presidenta había llegado a esa instancia con múltiples escenarios electorales y una estrategia a dos bandas: habilitó a De Pedro para que se instalara públicamente y, en paralelo, avaló a Massa y a los gobernadores del PJ para que intentaran una fórmula de unidad que desactivara a Scioli y a la apuesta del Presidente. “Ocúpense ustedes”, ordenó la vice, una señal de su centralidad pero un signo de que, sin embargo, ella dejó jugar, una estrategia que, a la luz de los hechos, explicaba este viernes el desenlace de una fórmula sin integrantes identificados con el kirchnerismo.
“Cristina tiene la lapicera, sí. Pero no tiene toda la tinta”, analizó a Infobae un rato antes del anuncio formal de la lista de unidad un dirigente oficialista del Gran Buenos Aires. Fue premonitorio.
Después de almorzar con Fernández, el jueves por la tarde, Jalil y Zamora cruzaron a verlo a Massa. Tenían, dijeron, el mandato de buena parte del resto de sus colegas. Más tarde, los gobernadores viajaron hasta el Senado en una de las camionetas de Presidencia para visitar a Cristina Kirchner, que ya contaba con los trascendidos palaciegos de la supuesta oferta del jefe de Estado que, según versiones, incluía a Tolosa Paz como eventual acompañante de Massa. En el entorno de la ministra juran que fue un trascendido disparatado, que el ofrecimiento nunca existió y que el mandatario contestó lo de siempre, para salir del paso: que ningún dirigente, con excepción de la vice, resume a la mayoría. La negociación ya estaba en marcha.
Con las versiones en circulación, y el video de lanzamiento de “Wado” De Pedro en pausa -el ministro conversaba en la UIA con la cúpula empresarial-, Cristina Kirchner hizo esperar en la antesala de su despacho a Jalil y a Zamora un buen rato, mientras ejecutaba en simultáneo el lanzamiento de la candidatura del ministro para ganar tiempo. Eran las 18.23 del jueves. La oficialización de Manzur -que bien temprano había quemado los manuales del hermetismo K y filtrado su postulación en los medios para prevenirse de una presunta embestida massista que, como preveía el gobernador, no tardaría en llegar- todavía debía esperar. Massa y Manzur no se aprecian.
La ex Presidenta tampoco simpatiza del todo con el tucumano -ahora, la lista se alargó-, uno de los primeros en decretar el retiro político de la vice durante la primavera macrista, cuando parecía que la administración de Cambiemos se encaminaba a ocho años de gobierno sin sobresaltos. La vicepresidenta, sin embargo, ya había dado más de una vez sobradas muestras de pragmatismo. En el kirchnerismo resaltaban, de todos modos, que se pensó en un primer momento en Natalia de la Sota -a Cristina Kirchner no le terminó de convencer- y en la senadora Claudia Ledesma Abdala. Al final, fue Rossi.
Entre la noche del jueves y las horas siguientes, ni Massa ni Cristina Kirchner habían todavía mostrado todas sus cartas. Hubo llamados incesantes de los gobernadores y cataratas de quejas privadas por la primera fórmula de la mayoría oficialista. Mientras tanto, el ministro de Economía trabajaba con paciencia y sin descanso en una candidatura de consenso que en la noche de este viernes sorprendió tanto a la oposición como al oficialismo. “Sergio es un audaz, lo sabemos todos, y está bien, está negociando”, lo defendió un dirigente K que lo aprecia y conoce de cerca sus trucos.
Al mediodía, parte de la tropa massista esperaba ansiosa las novedades en un conocido restaurante vasco del barrio porteño de Monserrat. Hasta ese momento, el ministro todavía figuraba como posible candidato a senador nacional. “Sergio es la crisis, es cierto, pero no es el caos”, lo defendió al flamante precandidato presidencial un amigo a última hora de anoche.
Crisis y caos, dos estados que dominaron las últimas 48 horas de Unión por la Patria.