Pareciera que la inseguridad afloró con paladar dulce en la Gran Manzana y algunos negocios tuvieron que ponerse firme para que sus clientes no se tentaran.
Lo que ocurre es que esta no es la primera vez que arrecia el crimen en uno de los distritos de la ciudad de Nueva York, pero quizás nunca antes se habían tomado medidas tan peculiares con respecto a artículos tan intranscendentes -en apariencia- como un pote de U$S 6 (unos $ 1.500).
Alguien en el staff de la tienda también le dijo al New York Post que las tapas de plástico que cubren los helados «son bastante fáciles de sacar con el aparato» que les da la empresa, pero «esto no es otra cosa que el público queriendo estafar a negocios que intentan sacar ganancia», según el cliente furibundo del Upper West Side de Manhattan.
En el local de Duane Reade de la 53 y Tercera Avenida pusieron candados en los helados y los Red Bull, y en el CVS de la Segunda Avenida y la 51, en el Midtown, directamente pusieron trabas en las puertas de los freezers para que los clientes recurran al personal si quieren algún producto de ese área.
«Tener que esperar a que un empleado esté libre para que me dé mi helado me saca las ganas» de comprarlo, explicó un cliente al sitio neoyorquino.
Y el verano recién empieza.