Conocimiento, economía, humor gráfico, ambiente, posverdad, feminismo, alimentación, educación, democracia, “buen vivir”, crisis global, pensamiento nacional y regional, fueron algunas de las temáticas abordadas en la segunda edición del encuentro filosófico que se realizó el pasado fin de semana en la Histórica.
REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES
“Para pensar mejor hace falta salir del pensamiento único y de las verdades reveladas”, dice Guadalupe Nogués, autora del libro “Pensar con otros”, en la primera de las conferencias de las Jornadas de Filosofía, las segundas realizadas en Concepción del Uruguay, ante un auditorio dispuesto a escuchar pero también a opinar (y en ocasiones a contradecir a quien esté disertando, por más célebre que sea). Con ese tema, nada menos, “pensar con otros”, dio inicio la segunda edición de esta fiesta del pensamiento, este “carnaval filosófico”, como lo describió jocosa pero certera Laura Klein, otra conferencista, referente en filosofía feminista.
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Ese viernes por la noche Pablo Alabarces, autoridad en sociología del fútbol y autor de clásicos como “Fútbol y patria”, deleitó a los presentes con una disertación extraordinaria de título tan sugestivo como juguetón: “Algunas reflexiones messi- maradonianas, o cómo las presuntas banalidades permiten pensar presuntas importancias”. En su conferencia concluiría en que en verdad la cultura popular (su especialidad) permite reflexionar sobre las cuestiones más importantes, las que de verdad valen la pena: el amor, la vida y la muerte, entre otras. Ese mismo día Iñaki Ceberio, filósofo oriundo del país vasco, radicado primero en Chile y luego en la Argentina, discípulo del premio Nobel alternativo Manfred Max-Neef, había disertado sobre su especialidad: la relación entre economía y ambiente y la posibilidad de una teoría del desarrollo en escala humana, eso que precisamente suele quedar fuera de las ecuaciones de la macroeconomía.
En la apertura, el viernes 30 de junio, el intendente Martin Oliva había apelado a una figura retórica poderosa: “Tenemos que asfaltar calles y tenemos que asegurar que funcionen centros de salud, pero también tenemos que apostar a la educación y en especial al pensamiento crítico si queremos que nuestra ciudad y nuestra región crezcan y haya bienestar para su gente”. Entre quienes llegaron a La Histórica para exponer en este encuentro no cedía la sorpresa: “Es inimaginable que en mi ciudad el gobierno municipal banque algo así”, coincidieron Gustavo Esteban Romero, filósofo y astrofísico, autor de “La naturaleza del tiempo” y Esteban Ferreyro, especializado en epistemología y coordinador de la licenciatura en Filosofía de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
Diversidad de pensamientos
A la misma hora en esa mañana de viernes, Gonzalo García Garro conversaba con los presentes en el auditorio municipal sobre Perón como filósofo, contando la historia del Congreso de Filosofía de 1949, del discurso que dio allí el líder entonces todavía en ciernes, y que se editó años después con el título “La comunidad organizada”.
Un rato después, en el hall del auditorio Scelzi, ocupado temporalmente por el Museo Artemio Alisio, se inauguraba la muestra de humor gráfico de Esteban Podetti, un tremebundo compendio retrospectivo de sus comics desde hace 37 años –en publicaciones como Fierro– y también de sus actuales trabajos en humor gráfico, que lo colocan en el lugar de uno de los mayores exponentes de esa tradición argentina con su sarcasmo mezclado con incorrección política, honestidad brutal y crítica profunda de las clases medias argentinas, en su progresismo biempensante, sus complejos y sus obviedades… Al día siguiente Podeti (así firma) brindó una charla-entrevista de la mano de Marbot, humorista gráfico y periodista de la ciudad. “El trabajo del humorista es hacer reir, y a eso lo tenemos que lograr como sea”, afirmó Esteban en esa conversación.
Varias de las charlas se enmarcaban en la conmemoración de los 40 años de democracia, entre ellas, en la tarde del viernes, la de Nahuel Michalsky sobre “Filosofía y crisis global. Las juventudes de hoy como nuevos actores políticos”, en la que un auditorio heterogéneo en edades e inquietudes le sacó el jugo a la exposición. A la misma hora, Florencia Addiechi y Juan Fraiman presentaban su trabajo sobre “El río Uruguay y el derecho humano a la ciencia”, una de las propuestas de producción de pensamiento de la ciudad y la región.
También por la tarde Pablo Romero García, referente uruguayo en filosofia y educación, premiado por su ensayo “El sentido de educar”, dio su charla en un auditorio Illia coqueto y colmado. En los días siguientes Pablo se sorprendería de la impronta artiguista de la ciudad que lo recibió, de la pasión por seguir discutiendo el federalismo y la igualdad, por la denominación de “Uruguay” a secas a la ciudad… Mientras, Romina Arapeiz y Gladys do Nascimento, integrantes del pueblo-nación charrúa y ambas docentes en Uader, se explayaban sobre “¿Vivir bien o buen vivir?”, abonando la idea de que hay alternativas ancestrales al modelo de depredación, crecimiento irracional y consumo desquiciado que ofrece el turbocapitalismo imperante. Y lo hacían con sus caras pintadas a la usanza charrúa, orgullosas de poder mostrar su identidad recuperada y su aporte para el “buen vivir”. Y, cómo no, recuperando también la memoria artiguista y la necesidad de que la escuela incorpore esos contenidos.
La tierra y el cielo
En el hall del auditorio Illia, al caer el sol, se inauguró ese viernes la muestra de astrofotografías del colonense Brian Gerard, integrante de los Astroamigos, que además instalaron un telescopio para observar la luna desde la explanada del Centro Cívico. Brian también dictó una charla introductoria en el apasionante mundo de la fotografía astronómica, que de a poco va ganando adeptos en todos lados, incluso en nuestro medio.
Un rato después, se presentaban las ponencias enviadas a las Jornadas, con exposiciones breves y tan heterogéneas como el mismo programa del encuentro. Allí expusieron Gastón Ibáñez, su trabajo “Revelado a los humildes. Reflexiones de lo sagrado en la cultura popular de Rodolfo Kusch»; el grupo de estudiantes de Psicologia Social integrado por Cintia Velasco, Diego Martinez, Alejandra Zapata, Maira Sinner, Jesica Gauna, quienes presentaron “De la Filosofía a la Psicología Social: método dialéctico/abordaje”. También un ensayo sobre “La basura como espejo de la responsabilidad y la moral humana: una aproximación desde la filosofía”, de Andrea Echeverría y Ana Figueredo; y finalmente un trabajo sobre literatura: “La marginalidad y el deseo en la literatura menor en los autores Lemebel y Perlongher”, de Antonella Garcette.
La tardecita vio confluir mucha gente en el Scelzi para escuchar a Pablo Alabarces, pero después de su charla se agolparía mucha más para presenciar la obra de teatro “Antígona, la necia”; una formidable puesta unipersonal de Valeria Folini, con texto de la misma Valeria y dirección a cargo de Walter Arosteguy, ambos del grupo Teatro del Bardo, de Paraná. Una versión propia, de increible dinamismo y potencia, del clásico de Sófocles: Antígona, la hija de Edipo, aquel que se casó con su propia madre, Antigona, la necia, la que se rebela ante la arbitraria autoridad del rey, reconstruyendo con esa desobediencia su propia identidad. Con referencia también a textos de Bertolt Brecht y de Jean Anouilh, “Antígona, la necia” hace transitar al público por todas las emociones pensables, y el premio no pudo ser otro: el auditorio colmado, de pie, ovacionando a la actriz y al director durante intensos minutos al final de la representación.
Acariciando lo áspero
Sábado. Por la mañana, Eduardo Mercovich, especialista en desarrollo organizacional, realizó un taller sobre “Estrategias participativas para el cambio social”, una muestra en vivo y en directo sobre el uso y creación de herramientas y procesos que sustenten la dinámica de la interacción entre las personas. El auditorio Illia, que fue el escenario, bullía de ideas e intercambios de miradas de docentes, estudiantes, militantes ambientales, responsables de áreas municipales y hasta el intendente mismo, que se sumó a ese taller para conocer mejor la propuesta. A la misma hora en el Scelzi, llegados desde Oro Verde, “La comunidad del búho”, el grupo de estudiantes del profesor Gustavo Barzola y contaron esta experiencia de enseñanza de la filosofía, a partir de los ensayos y diálogos explorando temáticas de discriminación, derechos humanos, tecnologías, amor, justicia, libertad y arte.
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Un rato después fue la charla-recital de Néstor Bassini, quien habló (y cantó) sobre “Ñande reko (nuestro modo de ser). Cultura y pensamiento en el Litoral”. Bassini, profesor de filosofía y de teología, es también músico y se presentó con su grupo Itaý. En ese mismo segmento, en el otro auditorio se realizaba la charla sobre “Alimentación y filosofía, paradigmas en salud”, a cargo de Irene Schvartzman con su enfoque de “Salud en todas las tallas”, un abordaje “no pesocéntrico” de la nutrición, con fuertes fundamentos filosóficos y con evidencia científica.
El mediodía no detuvo las actividades: mientras en el auditorio Illia se concretaba la charla de Podeti sobre humor gráfico, en la Isla del Puerto, de la mano de Daniel Carbone y Mario Rovina, participantes de las Jornadas –entremezclados con otros disertantes– recorrieron el sendero “Ingá” mientras el diálogo fluido y amable recorría otro sendero: el de las formas en que la filosofía, en diferentes épocas, pensó la naturaleza, la relación del ser humano con ella y la escisión, la separación que tanto daño ha hecho hasta traernos al tiempo actual en que somos la primera especie con conciencia de ser la causante de nuestra propia extinción… si no modificamos precisamente el modo en que concebimos nuestra pertenencia a la biosfera.
Un rato después, ya en el auditorio Scelzi, Valeria Llobet, uruguayense y especialista en niñez, género y diversidad, presentó su original investigación acerca de cómo fue el registro de la dictadura en Concepción del Uruguay de parte de quienes lo vivieron como niños y niñas. A partir de entrevistas con numerosos exponentes de las generaciones que en los años terribles se encontraban en la escuela primaria, Valeria armó (y desarmó) un mosaico revelador sobre la normalidad y la opresión en aquellos tiempos, en una ciudad que era otra (medio siglo atrás) y que parecía no saber, o no querer saber, lo que estaba aconteciendo.
En ese mismo segmento horario, en el auditorio Illia disertó Diego Singer, uno de los filósofos que más asiduamente ha sido convocado por el grupo organizador de las Jornadas y, antes, del Día de la Filosofía en el Profesorado uruguayense. “Tres heridas narcisistas” fue la temática que abordó, ante un público entusiasta y participativo.
Pensamiento incómodo
La media tarde fue la hora en que Laura Klein desplegó su desafiante temática: “Malestar en el feminismo”, fue el título que propuso la autora del célebre “Fornicar y matar”, libro pionero sobre el aborto. La filósofa cumplió acabadamente con una de las tareas principales del pensamiento crítico: logró incomodar a un auditorio que no había pensado las cosas del modo en que ella las presenta. “El discurso del aborto como un derecho no se hace cargo de la experiencia de la mujer que aborta”, sostuvo. La charla derivó en un intercambio pleno de contenido entre las presentes –tan feministas como la disertante– mostrando en la práctica dialógica una realidad indiscutible: la heterogeneidad, la diversidad del pensamiento feminista, que solo miradas muy limitadas pueden ver como algo homogéneo y sin fisuras internas.
En esa misma hora en el auditorio Illia el filósofo y fotógrafo Esteban Ferreyro –coordinador de la licenciatura en Filosofía de UNTREF– dio su conferencia sobre “El conocimiento basado en fotografías”. Una lupa puesta sobre el delgado límite entre arte y mensaje de lucha escrutado desde el pensamiento, que sugiere cómo la fotografía de información, “considerada durante mucho tiempo una simple prueba, se transforma de a poco hasta convertirse en testimonio, relato, visión”, y al traducir la conciencia del testigo privilegiado utiliza las imágenes como medio para defender o difundir sus ideas al servicio de una causa que considera justa.
La tardecita y la afluencia de numeroso público que colmó el auditorio Illia preanunciaba la conferencia central de cierre, a cargo de Gustavo Esteban Romero, filósofo, astrofísico y director del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR). De un curriculum impresionante –que le llevó un buen rato leer al decano de la UTN, Martin Herlax–, considerado uno de los científicos y filósofos más importantes de la Argentina, y uno de los pocos de prestigio internacional, Romero (¿exageró? uno de los organizadores) “es como si estuviera vivo Kant, o Mario Bunge, y lo tuviéramos aquí para cerrar nuestras Jornadas”. Romero dio una clase magistral sobre una temática que atraviesa las discusiones filosóficas contemporáneas: “Qué es la verdad, y por qué importa”. Desarrolló allí la relevancia de alejarse de los abordajes posmodernos y relativistas que imperan en buena medida en la academia argentina, y reivindicó la búsqueda de una verdad que pueda ser verificada, contrastada, discutida y compartida: “Es lo único que nos puede permitir cambiar una realidad adversa”, sostuvo el investigador.
Kermesse o carnaval
La extensa jornada cerró con la presentación en el Auditorio Scelzi de la reconocida Liliana Herrero, una de las voces más potentes de la música argentina. A sus 75 años, la entrerriana conmovió al público que no dejó butaca libre y al que hizo cantar, recorriendo la platea completa, la inmortal “Oración del remanso” de Fandermole –coincidencia sensible: Fander cerró con esa canción las Primeras Jornadas, en 2022– y se emocionó ella misma cuando al concluir la actuación el público de pie la ovacionó largamente.
Las Segundas Jornadas de Filosofía del Río Uruguay dejaron mucha tela para la discusión y para profundizar temáticas que nos interpelan en un mundo cada vez más plural y complejo. En el cierre los organizadores no dejaron de remarcar la deliberada diversidad que se despliega en su programación: la filosofía es una actividad amplia, en sus intereses y en las perspectivas con que los enfoca, y en buena medida la creación de este espacio de diálogo e intercambio de investigaciones y lecturas filósoficas, no lo oculta, tiene como objetivo evidenciar esa heterogeneidad, abrir el panorama de la actividad filosófica, mostrando que todo puede ser objeto de su escrutinio atento.
De ahí la broma de la “kermesse” filosófica. O del carnaval, figura que también apareció convocada por la variedad apasionante (y apasionada) de filosofar de cara al río. Un carnaval filosófico, sí. Con vista a las aguas del río Uruguay. Que no cese, que crezca y se multiplique. Y que cada vez se repita con más y más personas dispuestas a dejarse atrapar por el impar ejercicio de cuestionar lo establecido.
(elmiercolesdigital)